Por qué son tan adorables los Porgs

En la pasada convención D23, los fans de Star Wars pudimos ver, a falta de trailer oficial, un vídeo detrás de las cámaras de la nueva película de la saga «The Last Jedi».

Tal y como ocurrió con «The Force Awakens» en la que todas las miradas fueron para BB-8 (declarado universalmente como el androide más monino de la Galaxia), en esta ocasión las alarmas de ternura han saltado por los aires con este breve plano:

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Que te como.

Esto es un porg.  ¿Qué es un porg? Los porgs viven en Ahch-To, la isla donde se ha retirado Luke Skywalker y a la que acude Rey para devolverle su espada láser y posteriormente iniciar su entrenamiento blablabla.

El caso es que siguiendo la tradición de la saga de poblar los distintos planetas con fauna y posiblemente para ser el contrapunto simpático del dramatismo de la historia en este lugar, los sabios creadores de Lucasfilm a las órdenes de Rian Johnson idearon estas criaturas.

¿Cómo se diseña una criatura monina que vive en una isla? Los fans no nos contentamos con simple bichos exóticos, cada criatura debe tener su porqué. ¿Cómo vive? ¿De qué se alimenta? ¿Responde su físico y su biología al entorno?

La base de los porgs parece estar en los frailecillos, que son pequeñas aves marinas que viven en las costas del norte de Europa, incluyendo Irlanda que es la localización auténtica de la isla de Luke. La realidad siempre es la mejor base para diseñar.

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Frailecillo atlántico. Foto de Richard Bartz.

Me pongo en la piel del diseñador que tuvo la tarea de diseñar esta nueva criatura de Star Wars. Todo lo que voy a contar son especulaciones mías, a falta de un making of (que ya llegará en el blu-ray).

«Hola, soy un diseñador de personajes. Tengo a este frailecillo que vive en los acantilados de Irlanda. Es pequeño, parece un pingüino, pero puede volar. Necesito que sea más monino, más achuchable. Para empezar, su colorido me distrae, es demasiado fashion. Y su pico es demasiado grande, resulta amenazador».

En este punto, nuestro diseñador da con otra especie de ave que le da las claves del diseño: el buho de madriguera:

«Oh, sí. Me gustan las proporciones. La cabeza es redonda, los ojos están situados en la parte frontal y eso aumenta la expresividad facial, funcionan muy bien en grupo y son achuchables. Y el color es más discreto, perfecto para camuflarse entre las rocas de Ahch-To. Son perfectos.. Un momento, ya existen. No, no, no. Hay que hacer algo, variar alguna cosa, pero sin que parezca un Furby

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Elefanta marina al rescate.

«¡Eso es! Quitamos el pico y lo sustituimos por una boca y un hociquito discreto. Agrandamos un poco los ojos, eliminamos los arcos superciliares y voilá!»

Probablemente, la fase de diseño fue bastante más extensa que este relato. Pero podemos sacar varias conclusiones para aplicar a nuestros diseños de criaturas:

1- Fijarnos siempre en la realidad. La Naturaleza está plagada de especies extrañísimas que desafían la imaginación. Puede darse el caso de que diseñemos algo que ya existe.

2- Que sea creíble y coherente. A estas alturas, ya hemos visto muchos documentales de la BBC para no tragarnos diseños sin base biológica (patas muy finas que no podrían soportar peso, colmillos que hacen imposible la ingesta de alimento, etc.)

3- Si el personaje debe ser monino, cute, nos ceñimos a las proporciones tipo bebé: cabeza grande, ojos grandes, nariz pequeña, miembros cortos, expresión curiosa, formas redondeadas.

Y si encima tenemos la suerte de que unos artesanos y marionetistas nos lo construyan, qué más podemos pedir!

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Quiero acariciarte el resto de mi vida.

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