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Mr.Punch

Mr. Punch es un personaje tradicional del teatro de marionetas en Inglaterra. En el mundo anglosajón tiene gran fama por su valor folclórico y artístico, y por su carácter anárquico y amoral.

El origen de Mr. Punch:

No parece haber duda de que el personaje deriva directamente del Polichinela, de la Commedia Dell’Arte: con él comparte rasgos físicos como la joroba,  el desagradable timbre de voz y también el carácter envidioso, satírico y agresivo. Aunque su aspecto final lo marcan las ilustraciones de George Cruikshank para la versión del libreto de 1828.

El Punch de Cruikshank, con la mirada perdida.
El Punch de Cruikshank, con la mirada perdida.

Las obras de la Commedia dell’Arte en los siglos XVI y XVII tenían gran éxito y se extendían de modo ambulante por Europa. Por su género bufo y de farsa entusiasmaba a las clases humildes sin distinción de edad. En las obras se mezclaban escenas subidas de tono con otras de humor visual (pantomima) y hasta sátira política. Estas mismas obras fueron adaptadas para títeres o marionetas, pero no para que fueran destinadas al público infantil. Los teatrillos de marionetas itinerantes tenían una razón más prosáica: la económica. Que una o dos personas llevaran consigo el teatro y se encargaran de los escenarios y los actores/marionetas desplazándose en un simple carro, era mucho más barato y versátil que mantener y trasladar una compañía de teatro convencional.

Así llego Polichinela a Inglaterra, y tal vez por la pronunciación deformada de la palabra (Punchinello), como por la violencia del personaje, su nombre devino en Punch (“pegar”, “puñetazo”)

La obra:

El esquema de la “Trágica Comedia o Cómica Tragedia de Mr. Punch” es muy simple y no ha variado apenas en sus cuatrocientos años de historia. La obra desarrolla una serie de escenas en las que Mr. Punch se enfrenta verbalmente primero y a palos después con un personaje, al que acaba matando, tras lo cual exclama triunfante “That’s the way to do it!” (“¡Así es como se hace!”). Todo comienza cuando Judy, la esposa de Punch, le pide que cuide al bebé de ambos que no para de llorar. Punch acaba tirándolo por la ventana. Su esposa horrorizada le recrimina el crimen y ella acaba del mismo modo. Luego viene su amante, el policía, el doctor, la propia Muerte o fantasma y el Diablo, y a todos ellos Mr. Punch les da una mortal paliza y acaba bailando y diciendo su frase.

Y ya está: no hay moraleja, ni justicia, sólo el triunfo de lo irracional, lo caótico y lo dionisíaco frente a todos los estamentos sociales y morales, de este mundo y del más allá.

La repercusión:

Cuesta creer que algo tan absurdamente simple y violento haya trascendido tanto. O precisamente por eso. Quizá la obra de Punch y Judy era en el siglo XVIII como «Los Simpsons» de hoy. Personajes disfuncionales, sátira de la sociedad, burla y gag.

En 1841 se fundó la revista satírica Punch, que tomó a este personaje como mascota y símbolo de su espíritu satírico y anárquico.

En los últimos años la obra ha sido reivindicada por su valor histórico, aunque parece poco correcta para el público infantil. Y aún se sigue representando como antaño: al aire libre y en el marco de fiestas populares o ferias.

En 1994 se publicó el cómic de Neil Gaiman ilustrado por Dave McKean que narra la iniciación de un niño en el mundo de los adultos con Mr. Punch como fondo inquietante y sombrío. Esta obra alcanzó gran éxito hasta el punto de haber sido recientemente trasladada al teatro, en un curioso giro que devuelve a Punch/Punchinello de vuelta a los grandes escenarios, más de cuatro siglos después.

Un último detalle: el titiritero que representa la obra de Mr. Punch no es un marionetista cualquiera, es un «Profesor» especializado y respetado, que domina no sólo la técnica sino el secreto de la voz del personaje.

Odiosos rediseños

No tengo intención de escribir sobre muñecas comerciales contemporáneas. Sólo necesito expresar mi desencanto por el odioso rediseño de dos clásicos de la juguetería española. Los Barriguitas y la Nancy, ambos de Famosa y con 30 años de historia.

Supongo que todo empezó con la invasión de las Bratz, esas adolescentes que visten y se maquillan como furcias, y cuyo máximo interés en la vida es ir de compras y salir a la discoteca, y que fascinan a las niñas pequeñas (!). Seguramente, la necesidad de aumentar las ventas y algún sesudísimo estudio que incluyera la máxima de que las pupilas dilatadas son más atractivas obró el despropósito. Por supuesto que los productos evolucionan, la misma Barbie ha cambiado de acuerdo con las modas, pero no ha perdido su esencia. Los buenos rediseños son aquellos que se realizan poco a poco, sin que sean realmente perceptibles salvo con la perspectiva de las décadas.

Desde luego que a las niñas les encantan, pero los niños son vasos vacíos que se van llenando con lo que se les da. Os animo a soportar un cuarto de hora de publicidad en horario infantil y ver qué clase de muñecas se les vende a los niños, que infinitud de complementos y de frivolidades son expuestos como la forma de vida válida y actual. Si aguantáis sin poner cara de asco, os doy mi enhorabuena.

A la derecha, el Barriguitas clásico, con su dulce y picaruela mirada hacia un lado (éste era el rasgo verdaderamente distintivo de los Barriguitas). A la izquierda, los Barriguitas modernos, con la mirada despavorida hacia el frente, como si  hubieran dado un paseo por el bosque y se hubieran comido la primera seta que hubieran pisado.

De la pobre Nancy, qué puedo decir. Es como coger a Grace Kelly y transformarla en Lindsay Lohan. Otra víctima de la atropina, el gloss y la máscara.

Las buenas muñecas, las que consiguen un lugar en el corazón, deben permanecer fieles a sí mismas. Como las Cabbage Patch Kids, las Repollo en España, ¡por favor, no cambiéis nunca!