Esta obra efímera es de Joshua Allen Harris.
Son «esculturas» hechas con bolsas de plástico y colocadas sobre los respiraderos de metro, de tal modo que cada vez que pasa el tren literalmente les insufla vida. Es un modo de arte barato, simpático y gratuito. Todos los monstruos y animales de Harris parecen basura abandonada hasta que se hinchan y se agitan trémulos como buscando escapan de la reja a la que están pegados. La alegría dura apenas unos momentos, en cuanto la corriente de aire cesa, la criatura se desmaya y cae inerte provocando una sensación agridulce de desamparo. Como criaturas malditas, condenadas a vivir intermitentemente:
Aquí Harris habla de su trabajo: